TOLERANCIA Y RESPETO, EDUCANDO PARA LA PAZ

Autora:

Lic.Noemí Hernández Domínguez

licnoemihernandezdominguez@yahoo.com.mx

RESUMEN

El presente artículo se desarrolló con el fin de profundizar en las condiciones y componentes de una educación para la paz. Se exponen en ella los problemas que conlleva la educación, las bases de la enseñanza orientada a la paz, la tolerancia y el respeto, así como las ideas y descripciones apropiados para definir los problemas y los objetivos. Dichas ideas consisten en formas de actuación individuales y de grupo en un marco social adecuado, de modo que los Docentes puedan reconocer los problemas que se plantean en su propio contexto y formulen metas aptas para sus Instituciones y aulas. Se propone influir a través de la educación, para lograr una nueva conciencia global y un compromiso para la acción educativa. 

Palabras claves: Tolerancia, respeto, paz y educación.  

INTRODUCCION

Este escrito está centrado en la conducta que se debe tener, como camino a convivencia dentro de la paz, sustentada nada menos que en la tolerancia, como umbral de la paz, como elementos con que toda comunidad puede contribuir a la educación y participar en una convivecia de respeto. Educar para la paz implica promover en los estudiantes una actitud crítica frente a situaciones de violencia, que los excite a resolver constructivamente los conflictos. Educar para la paz es una forma de educar en valores. La educación para la paz lleva implícitos además valores como el respeto, tolerancia, democracia, justicia, solidaridad, convivencia, cooperación, autonomía, racionalidad, amor a la verdad, entre otros. Ya mencionó el Director General de la UNESCO (2007), que la tolerancia es un componente fundamental del respeto de los derechos humanos y para el logro de la paz.

la escuela tiene la tarea insoslayable de enseñar hábitos que construyan la base de la no violencia para la vida en común. Educamos para la paz, cuando generamos acciones con el fin de que los alumnos aprendan a vivir juntos y a resolver problemas de la vida cotidiana, por lo que es necesario promover en los alumnos actitudes críticas frente a estos hechos, dado que asumir la violencia verbal, psicológica o física como algo natural pone en peligro la posibilidad de dimensionarlos con objetividad y revertirlos para construir un mundo mejor para todos. Ahora bien, tolerancia y respeto son dos ejes fundamentales para encarar un proyecto institucional.

 Por eso que educar para la paz puede convertirse en un proyecto institucional, en la medida en que todos los actores del proceso de enseñanza aprendeizaje, de manera conjunta puedan contribuir al logro de este objetivo. Hablar de un proyecto institucional representa una tarea en común de toda la escuela.  Esto es, desarrollar  un modelo educativo, que permita construir una visión de mundo desde la perspectiva de los derechos humanos, valores, resolución alternativa de conflictos, rescate y respeto. implica la ampliación de competencias educativas de carácter intelectual, para dar cabida a otras dimensiones de la persona, desde donde el alumno llega a adquirir  una postura personal sobre la educación para la paz en una ética de tercera generación, considerando otros puntos de vista de manera crítica y reflexiva, contribuyendo al desarrollo sustentable, con acciones responsables.

Formar a nuestros educandos en valores, en historia, en artes, en deportes, lenguas, literatura, ciencias, todo ello es parte de las disciplinas que instan, incitan y motivan a aplicar y vivir la tolerancia, por el contenido que implican. Ya que si se es tolerante, se es respetuoso, indulgente, condescendiente,  considerado y permisivo con los demás a pesar de las circunstancias que medien; lo que a su vez es la afirmación de la paz para la que se pretende educar, lo que significa la realización de la justicia, de la vida con satisfacción y alegría, bienestar y diálogo.

Si educamos para una convivencia más tolerante, se resolverán los conflictos personales, y la relación con los demás será de una forma no violenta y dialogante, lo que supone la aceptación de diferencias y el respeto por la realidad del otro. Construyamos el antídoto de las conductas delincuenciales, violentas y anti-sociales (Uraa, 1997). Si educamos para la paz, finalmente se aludirá al desarrollo integral de la persona que sólo es posible en un marco de armonía y en ello radica el avance de una nación.

CONCLUSIÓN

Educar para la paz significa potenciar y practicar los valores más nobles de la personalidad humana, supone educar para una convivencia más agradable, con diálogo, tolerancia, crítica y participación, es creer en otra forma de relacionarnos las personas y los pueblos. Lo que aportará al mundo un ser humano que, además de tener buena voluntad y asumirse como sujeto social, será un ser en conexión íntima con el todo el universo que asume su responsabilidad con lo existente. La paz no es una meta utópica, es un proceso, una perentoria necesidad y un imperativo legal.  Una educación para la paz aspira a que el estudiante, desde la infancia aprenda a detectar, en la medida de sus posibilidades, las injusticias que le rodean, el origen de éstas. Pero esto sólo es posible si los Docentes potenciamos  en la formación de nuestros alumnos, la capacidad de análisis de la realidad y el sentido crítico. Así la paz, como educación, será una meta de la ética integral que provocará el respeto mutuo y el establecimiento de un vínculo emocional con el mundo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cabrol, M. y Székely M. (2012). Educación para la transformación. Banco Interamericano de Desarrollo. ISBN 978–1-59782–165–0.

Fundación Bica (2009). Educación para la Paz. Publicación del Departamento de Educación Cooperativa. Argentina. ISBN 978-987-25165-1-2.

Trujillo, V. J.(2012). Postmodernismo y presión mediática en un mundo adolescente, Asociación de Mujeres para la Formación y el Desarrollo (AMFORMAD), Junta de Comunidades de Castilla la Mancha (España).

UNESCO (2007). Educación Humanista, Cultural e Internacional, Francia.

Uraa, J. (1997), Violencia. Memoria amarga, Madrid, Siglo XXI de España.